martes, 25 de noviembre de 2014

Álcala del Júcar


   Viaje de fin de semana, en octubre de 2014, a Álcala del Júcar, preciosa población enclavada en una hoz del río Júcar, donde fluye el río de aguas tranquilas junto a las casas del pueblo y en lo alto avistando todo el paisaje el Castillo de Álcala del Júcar, también visitamos la vecina Cofrentes e hicimos un paseo muy interesante por el Júcar con la embarcación de recreo.

  Día 1.

  Llegando a Álcala justo un kilómetro aproximadamente hemos de hacer un alto en el camino para ver una de las vistas panorámicas de la entrada al pueblo, junto a la carretera hay un gran poste de piedra, junto al que podemos dejar el vehículo, y hacer fotos del pueblo.

Vista a la entrada del pueblo, desde el poste de piedra



  Nos alojamos en la finca los Olivos, dirección Tolosa, saliendo del pueblo, tienen variedad de alojamientos, apartamentos para 2, 3, 4, 5 personas, con zonas de barbacoa, parking, juegos infantiles, actividades de multiaventura (rafting, descenso de barrancos, canoas, alquiler de bicis, rutas a caballo, etc) y están acabando un hotel, y apartamentos de mayor calidad, a pocos metros.

 Desde aquí en 5 minutos a pie llegamos al pueblo, a la parte baja junto al cauce del río donde se encuentra la gran parte de establecimientos de la zona para comer o cenar, así como un pequeño supermercado, varias panaderías con repostería local, un pub cervecería, el puente romano sobre el río, una isla en el río, y una playa que imagino en verano debe estar a rebosar.

Puente romano e iglesia sobre el río Júcar
  Después de dar una vuelta por la zona y fotografiar las inmediaciones del río con su isla, la playa, la iglesia desde el puente romano, comemos en los rabiblancos, un plato combinado en la terraza-plaza, a pesar de ser octubre hace calor a mediodía y se come bien en la terraza, Caminamos por el pueblo junto a la iglesia por las estrechas y empinadas calles con sus casas encaladas de blanco y sin circulación de vehículos. Nos damos un descanso en el apartamento y a la vuelta hacemos una visita a una de las cuevas del pueblo, la de Masagó, una cueva que en su interior conecta con otra mayor, 2€ con bebida en el bar de la cueva incluida, baja algo la temperatura, hay también a la salida un museo con varios fósiles, billetes antiguos, monedas y aperos de labranza antiguos, tomamos un refresco y charlamos con la camarera, hay una gran sala y muchas mesas, nos comenta de vez en cuando hacen conciertos de música o monólogos, para atraer público, ya que al anochecer la gente no sube a la cueva a cenar o tomar copas, una vez abajo, ya no suben, dice la empleada. Pues si hay un ascenso fuerte ya que el pueblo está en una ladera del valle del río.

Interior de la cueva
  Seguimos callejeando por el pueblo vemos alguna carnicería, cerrada por la tarde, panaderías, y poco más, bajando hacia el puente otro bar y un tienda de recuerdos y regalos. Nos sentamos en un banco junto a la playa que hace el río a ver pasar el tiempo junto a un numeroso grupo de patos en el río.

  A la hora de cenar nos dirigimos al Hostal Alcalá del Júcar con mesas en la calle y en el interior, cena a base de jamón y queso y alguna verdura a la plancha, muy bien.

 Día 2.

  De buena mañana nos vamos de ruta en plan tranquilo, dirección al pueblo y justo al cruzar el río cogemos el camino que sigue el curso del agua, por caminos o pistas poco transitados y por la parte de la umbría, hasta llegar a la pedanía de Tolosa, aquí cruzamos el río por un puente de hierro peatonal y donde se refleja en el agua todo el fabuloso entorno, al otro lado del río el camino ahora es de asfalto con muy poco tráfico y vuelta al apartamento por la parte de la solana. Una hora y poco para hacer unos 10 km. prácticamente llano. Fácil.

Espectacular vista desde el puente en Tolosa
  En marcha de nuevo nos disponemos a visitar el Castillo, llegamos con el coche por la carretera, entrada 2€, es sábado y hay gentío, se sube a un torreón, rodeado de murallas, hay una primera estancia de techos altos con un sótano pequeño, supongo que haría función de mazmorra, Subimos por una estrecha escalera de caracol a una segunda estancia con ventanales altos y una vez en la azotea podemos ver toda la hoz que hace el río alrededor del pueblo, el pueblo en si bajo nuestros pies, la plaza de toros de forma irregular y aspecto rudo, e invisible desde el pueblo, el puente romano desde las alturas, etc.

Vista desde el Castillo 
  Seguimos camino hacia Cofrentes vecina población de Valencia, próxima a Alcalá , llegamos a la hora de comer y no hay nadie por las calles, preguntamos a un cofrentino sobre el lugar del embarcadero y nos dirige bien, y nos dice donde comer ya que solo hay un par de sitios, nos recomienda el Hogar del Pensionista del pueblo junto al castillo.

Cofrentes con las torres de la central nuclear asomando
  Comemos junto al castillo un menú bueno y económico, hacemos tiempo paseando por el pueblo esperando a que abran la oficina de turismo, una vez allí, nos aconsejan el embarcadero que hay que llamar por teléfono (626 22 00 22) o ir hasta  allí por si no hay plazas, también hay visita al castillo pero es guiada y a la misma hora que el paseo en barco. Nos decidimos por el paseo en barco, En el embarcadero sacamos billetes (13€) y nos informan que el viaje dura unos 90 minutos.

  El recorrido nos lleva desde cerca de Cofrentes hasta Cortes de Pallás con una guía explicando el recorrido, aspectos geográficos, fauna, historia, anécdotas y curiosidades del lugar muy ameno, a la vuelta nos deja a nuestro aire disfrutar del panorama y el paseo. Muy recomendable.

Vista durante al excursión en barca
  A la vuelta a Alcalá del Júcar pensamos visitar la cueva del Diablo que cierra a las 9, pero a nuestra llegada a la puerta a las 8 ya estaba cerrada, e igualmente en la tienda de compras que cierra a las 8 a menos diez ya había cerrado. Lo dejamos para el día siguiente por la mañana. Cena en el El Moli, frente al supermercado, en un callejón, a base de tostas, quesos y cerveza. Buen precio y sabor.

 Día 3. Mañana.

   A las 11 horas en la puerta de la cueva del Diablo, entrada con acceso al bar y una consumición, también se accede por largas escalera a una cueva más alta, que también conecta una parte de la hoz con la opuesta, en la parte del bar todo esta decorado con fotos del dueño, de prominente bigote, con famosos visitantes, y adornado con aperos de labranza antiguos, hay una terraza con vistas al río muy tranquila. Al término de la visita bajamos hasta el horno y pastelería para llevarnos un surtido de dulces de la zona, vino, etc.

Interior cueva del Diablo.
  Bonito viaje, que creo que repetiremos en otra ocasión, para hacer alguna excursión por el Cabriel, muy cercano a esta zona o visitar otros pueblos cercanos.

  Saludos y a viajar.




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